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Durante el año 1995 residí en Edimburgo: maravillosa capital escocesa donde la actividad cultural es incesante y llegado el verano: apabullante. Todo gracias a la celebración del Edinburgh International Festival (oficial) y el Fringe Festival (alternativo) y sus gentes que se vuelvan en celebrar el verano y vivir la cultura desde todos los puntos de vista.(Ejem, ejem,ejem)

Aquello fue un no parar de teatro, conciertos, música clásica, danza, etc. Tanto alboroto que tardé 2 meses en visitar la National Gallery of Scotland, como quién no quiere la cosa.

La  National Gallery of Scotland es un museo pequeñito, claro si lo comparamos con el Museo del Prado, de unas pocas salas, muy recoleto. Cuál fue mi sorpresa cuando una mañana de agosto descubro en una de las salas veo La Vieja friendo huevos. Mi reacción, mi sorpresa, mi alegría, todas a una fueron increíbles: ¡Qué maravilla de obra, que luz emite el fuego, esas manos de trabajo de toda una vida, esas arrugas en la piel!

La Vieja friendo huevos (fritando sería el título de la época), es un cuadro de juventud de Velázquez. Lo pintó en Sevilla en el año de 1618. Desde mis tiempos de estudiante y visitante del Museo del Prado lo había querido ver, mirar, cuasi comerme esos huevos que saltan del lienzo ó sentir el tacto de esas manos, que para mí son unas de las más bellas jamás pintadas. El tratamiento pictórico de esos huevos flotando en el líquido —aceite o agua— en los que muestra el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse, es impresionante, así como los claroscuros: captan lo efímero, lo fugaz, el tiempo retratado en un segundo.

Durante mi estancia en Edimburgo visité  la Galería muchas veces, muchas sólo para contemplar esta maravilla, que aunque fue considerada por el propio Pacheco (mentor y suegro de Velázquez) un cuadro menor, un bodegón, para mi sigue siendo una de las obras claves de Velázquez y padre de corrientes como el impresionismo y el costumbrismo. (Otro día hablaré de otras obras que desde niña siempre he admirado y contemplado de este genial artista, como la Vista del Jardín de la Villa Medicis en Roma, realizadas también en su época de “estudiante»)

La Vieja fritando huevos

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Se trata de un guirlache de almendras muy fino. Hecho como el turrón blando mas delicado posible. La galletas totalmente tradicionales se complementan con semillas de amapola y además de dar un colorido a la composición le aportan un rico sabor. La gelatina está hecha con un café Kilimanjaro de Kenia, suave y afrutado y con un toque de licor de Amaretto también de almendras. La foto es una maravilla de las que nos realizó Santi Burgos fotógrafo del País para ilustrar nuestra carta.

La Taberna de Antioquía

POSTRE, delicioso Biscuit de almendras.... Dulce de Alba

DULCE DE ALBA: Biscuit de almendras entre galletas de Amapola y gelatina de Café y Amaretto. Año 2003. Miguel A. Fernández crea este plato para su hija recién nacida.

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